miércoles, 28 de mayo de 2008

Carta abierta al Obispo Setien (Escrita por el Sr. Juan P.C.)



Ilustrísimo y Reverendísimo monseñor doctor don José María Setién Alberro, obispo emérito de San Sebastián. Ilmo. y Revdmo. Monseñor: He leído vuestras entrevistas en un diario de difusión nacional y he ojeado vuestra autobiografía (por cierto, qué bien elegís las preposiciones: “Un obispo ante ETA”; no contra; aunque tampoco con, hacia, mediante, para, por, pro o según; ni por supuesto bajo, de o desde). Volviendo al asunto esto me ha recordado que hace tiempo que tenía un par de cosas que deciros. Al igual que Vuestra Ilustrísima no soy más que un pobre pecador, que intenta hacer el mayor bien posible durante su breve paso por este valle de lágrimas, claro que a mí la Diputación de Guipúzcoa no me ha concedido su medalla de oro por la labor realizada en pro de la verdad y de los derechos humanos, distinción sin duda merecida y por la que os felicito en mi nombre y en el de las víctimas del terrorismo. Comprendo que V.I. estará muy ocupado con esos muchachotes descarriados de su diócesis, unos revolucionarios según decís, que a todas horas están quebrantando el quinto mandamiento de la Ley de Dios y casi todos los demás. En esa misma línea os rogaría que ordenaseis a vuestros párrocos que insistiesen, en los sermones dominicales a su sabiniana grey, en que también está prohibido pecar por omisión. Que la diferencia entre una comunidad cristiana y un rebaño de meapilas fariseos estriba en que los primeros se vuelcan en ayudar a las viudas y huérfanos de los asesinados, en evitar que se repitan los crímenes, en que los niños no sean educados en la mentira y el odio y en tantas otras cosas que Vuestra Ilustrísima conoce mejor que yo. Me permito dirigirme a V.I. para solicitarle también un favor, por el cual le estaré eternamente agradecido; nunca mejor dicho. Monseñor, sois anciano y yo padezco una enfermedad grave, de modo que es probable que ambos fallezcamos a no mucho tardar. Con todo respeto os ruego que hagáis valer vuestra influencia allá abajo para conseguir que a Vuestra Ilustrísima y a mí nos pongan en distinta caldera; antes que compartirla con V.I. prefiero ir al cielo. Agur, padre, hasta pronto. No bajéis con sotana recia, ni con el anillo episcopal ni la medalla, que no os van a hacer falta. Por cierto, espero que no importe a V.I. que mande una copia de la presente al Vaticano, para enriquecer vuestro expediente, y a algunos medios de comunicación y organizaciones sociales. Queda vuestro afectísimo este humilde pecador. En Rivas-Vaciamadrid, a 1 de mayo de 2008 Juan P. C.

No hay comentarios: