miércoles, 10 de marzo de 2010

Dedicado a los Guardias Civiles fallecidos en acto de servicio


¿CONOCES A LOS GUARDIAS CIVILES?
Dedicado a los compañeros fallecidos acto de servicio.



Miras por el retrovisor del automóvil, vienen como una centella dos motoristas y descubres que son de la Guardia Civil, piensas instintivamente: “¡Los papeles! Sí, los llevo. A ver… todo en regla. Aunque 5 kilómetros atrás no puse el intermitente cuando me incorporé a mi carril después de adelantar. No se, no se.” En ese momento te adelantan y se alejan con la misma celeridad como aparecieron.

Esto es sólo un ejemplo en el que tenemos presente la labor de la Guardia Civil. También solemos acordarnos de ella en un accidente de tráfico, en aquella calle sin luz donde paseas al perro después de cenar, o… Son momentos en los que entran en contacto con los ciudadanos, pero ni qué decir tiene que hay muchas más circunstancias que no sabemos, y en las que ojala no nos encontremos nunca: En la escena de un delito, en el trato con el último sicario y demás “perlas” de la sociedad, escuchando algún que otro grito despectivo que el pobre infeliz profiere desde los calabozos, culpando a todo ser viviente de causarle la herida de su cabeza, sin recordar que se la hizo cuando estaba dando tumbos, que no vio la señal de tráfico con la se dio.

Pero recordemos algo obvio. El Guardia Civil también tiene esposa e hijos, también se preocupa de llegar a fin de mes o de la hora de llegada de la hija mayor (sabe mejor que nadie lo que se pueden encontrar en las calles a ciertas horas). Aunque no puedan despojarse del mono de trabajo; lavarse las manos y quitarse la grasa de las uñas y del corazón como si nada. Abraza al peque que le ve entrar en casa y que viene gritando ¡!Papá! Y poco antes, su realidad era distinta. Sí, ¿verdad que lo hacen bien? Nadie se lo dice. Tratan de que no se note que horas antes tenían delante a la muerte; que con sus manos levantabas del suelo el cuerpo sin vida de esa victima de los malos tratos, o de aquel chiquillo-“¡si se parece a mi hijo, aunque cuatro o cinco años mayor…!”, que se olvidó ponerse el casco por las prisas de esa edad.

Ellos callan, y guardan estas experiencias a una zona de sombras. Pero sus miradas les delatan. A veces, en la soledad, buscan en su interior y ven las caras del dolor. Todas. De esto solo saben sus esposas, y no por elocuentes explicaciones, si no por sus espesos silencios. Esto es un estilo de vida, una forma de ser. Una vocación y una vida. Y al vivirla mantienen y dan seguridad a todos los que duermen por las noches en sus casas.

Cuando levantes la vista y los veas llegar por el retrovisor, no te quedes solo con esa primera reacción. Levanta tú el corazón, no solo la vista; cada vez que los veas

No hay comentarios: