Os paso este articulo de este buen señor que a la vez de ser interesante no deja de tener un tono un poco jocoso..............................................................El calibrador
Multado por el desgaste de las ruedas medido a ojo
El calibrador José de Arango El primer día de las fiestas de San Pedro de Cudillero, una patrulla de la Guardia Civil de Tráfico se situó, a las cuatro de la tarde, en la única salida que tiene la villa pixueta y mientras un agente pedía la documentación a los conductores otro iba dando la orden de detenerse por el sistema de dejar seguir a unos sí y otros no, se supone que para evitar excesivo trabajo de identificación. Este pregonero de San Pedro, que había comido una hora antes en el viejo puerto de Cudillero, fue de los elegidos para arrimarse al arcén. Se le dijo que estaban haciendo un control de alcoholemia. Le dieron el artilugio, sopló, y no pasó nada. El agente anotó algo en su libretina y acto seguido dio una vuelta de reconocimiento a mi coche, que de puro viejo cuando pasa de 80 kilómetros se pone a llorar. Pero algo había encontrado el agente en uno de los neumáticos traseros después de pasar los dedos por el perfil, maniobra que observé por el retrovisor. «Tengo que denunciarle porque una de las ruedas ya no tiene apenas dibujo», me espetó. Decidí que me iba callar porque todas las ruedas habían sido sustituidas en la misma fecha y no quería dar ideas. La multa es de 200 euros, casi la mitad de lo que cobra un parado de larga duración.
Iba a preguntarle al agente qué sistema tenían para conocer el perfil exacto de los neumáticos, pero me acordé de una información que había leído recientemente relacionada con el salario base de la Guardia Civil de Tráfico, la productividad por multas y todo eso. Y el pregonero, que ya había hablado bastante por la mañana desde el balcón del Ayuntamiento de Cudillero, optó por seguir callado como un muerto.
Todos estos días llevo pensando en escribirle al Director General de Tráfico para que, como doble contribuyente -con impuestos y con multas-, me informe de cuál es el sistema que utilizan sus muchachos para calibrar con meridiana y convincente exactitud el calado del dibujo de los neumáticos. Pero le supongo muy atareado y no me va a contestar. Y es que quería recomendarle que facilite a sus chicos de la carretera un calibrador de tornero o ajustador que marca hasta las décimas de milímetro para examinar neumáticos gastados. Ahora que se teme por el cierre de los astilleros habrá calibres de sobra. Los dedos, aunque sean los de un cirujano, no valen. Imponer sanciones «al palpu» no es serio, ni riguroso, ni ético, ni muy exacto, aunque sí eficaz porque los 200 euros ya salieron para Madrid, para evitar el embargo de la cuarta parte de una pensión media tras cuarenta y cinco años de cotización. Y, además, contento porque no restaron puntos. Ha sido hasta un día de suerte. Y el coche no lloró.
Multado por el desgaste de las ruedas medido a ojo
El calibrador José de Arango El primer día de las fiestas de San Pedro de Cudillero, una patrulla de la Guardia Civil de Tráfico se situó, a las cuatro de la tarde, en la única salida que tiene la villa pixueta y mientras un agente pedía la documentación a los conductores otro iba dando la orden de detenerse por el sistema de dejar seguir a unos sí y otros no, se supone que para evitar excesivo trabajo de identificación. Este pregonero de San Pedro, que había comido una hora antes en el viejo puerto de Cudillero, fue de los elegidos para arrimarse al arcén. Se le dijo que estaban haciendo un control de alcoholemia. Le dieron el artilugio, sopló, y no pasó nada. El agente anotó algo en su libretina y acto seguido dio una vuelta de reconocimiento a mi coche, que de puro viejo cuando pasa de 80 kilómetros se pone a llorar. Pero algo había encontrado el agente en uno de los neumáticos traseros después de pasar los dedos por el perfil, maniobra que observé por el retrovisor. «Tengo que denunciarle porque una de las ruedas ya no tiene apenas dibujo», me espetó. Decidí que me iba callar porque todas las ruedas habían sido sustituidas en la misma fecha y no quería dar ideas. La multa es de 200 euros, casi la mitad de lo que cobra un parado de larga duración.
Iba a preguntarle al agente qué sistema tenían para conocer el perfil exacto de los neumáticos, pero me acordé de una información que había leído recientemente relacionada con el salario base de la Guardia Civil de Tráfico, la productividad por multas y todo eso. Y el pregonero, que ya había hablado bastante por la mañana desde el balcón del Ayuntamiento de Cudillero, optó por seguir callado como un muerto.
Todos estos días llevo pensando en escribirle al Director General de Tráfico para que, como doble contribuyente -con impuestos y con multas-, me informe de cuál es el sistema que utilizan sus muchachos para calibrar con meridiana y convincente exactitud el calado del dibujo de los neumáticos. Pero le supongo muy atareado y no me va a contestar. Y es que quería recomendarle que facilite a sus chicos de la carretera un calibrador de tornero o ajustador que marca hasta las décimas de milímetro para examinar neumáticos gastados. Ahora que se teme por el cierre de los astilleros habrá calibres de sobra. Los dedos, aunque sean los de un cirujano, no valen. Imponer sanciones «al palpu» no es serio, ni riguroso, ni ético, ni muy exacto, aunque sí eficaz porque los 200 euros ya salieron para Madrid, para evitar el embargo de la cuarta parte de una pensión media tras cuarenta y cinco años de cotización. Y, además, contento porque no restaron puntos. Ha sido hasta un día de suerte. Y el coche no lloró.
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